Miguel Ángel González
El siguiente fragmento es transcrito de la compilación Sinaloa, una historia compartida, editada en 1987 por el Gobierno del Estado, por DIFOCUR y el Instituto de Investigaciones José María Ruiz Mora.
En mayo de 1909 se había iniciado en México el movimiento antirreeleccionista impulsado por Francisco I. Madero con miras a participar en las elecciones nacionales de 1910. En enero de este año Madero llegó a Mazatlán para organizar el antirreeleccionismo en Sinaloa y encontró favorables condiciones creadas por la reciente campaña local. En los pocos días que Madero permaneció en Sinaloa logró la formación de clubes antirreeleccionistas en Mazatlán, Culiacán y Angostura, que se multiplicaron en otros puntos del estado. El ingeniero Manuel Bonilla encabezó a los maderistas sinaloenses, respaldado por otros decididos luchadores como Felipe Riveros, Rosendo Verdugo y Gabriel Leyva Solano.
El gobierno de Diego Redo reprimió a los antirreeleccionistas y la primera víctima fue el profesor Gabriel Leyva Solano, aprehendido el 7 de junio de 1910 en Cabrera de Inzunza bajo el cargo de sedición, fue asesinado seis días después en el mismo lugar. El fraude electoral se consumó el 11 de julio cuando los colegios electorales reunidos en Culiacán y en Mazatlán decidieron y firmaron la reelección de Porfirio Díaz y Ramón Corral. Acontecimientos semejantes ocurridos en otros lugares de la República llevaron el antirreeleccionismo a luchar con las armas en defensa de los derechos políticos conculcados por el gobierno. El 5 de octubre de 1910 Madero proclamó el Plan de San Luisen que convocaba a la rebelión.
El comerciante Amado A. Zazueta inició los preparativos para la lucha en la Villa de Sinaloa, donde hizo acopio de armas y convocó a otros decididos partidarios de Madero: sl jefe de rurales Juan M. Banderas y a Ramón F. Iturbe. Los conspiradores fueron descubiertos y se dispersaron; Iturbe se refugió en Durango donde se sumó a las fuerzas de Domingo Arrieta e inició la lucha en enero de 1911; en mayo de este año una sección de las fuerzas revolucionarias al mando de Iturbe bajó de la sierra para operar en Sinaloa. Gregorio Cuevas inició la rebelión en Mocorito, el zapatero Manuel Salazar hizo lo propio en Copala, y Crescencio Gaxiola en Guamúchil. En el norte del estado se levantó en armas José María Ochoa, y en el sur hubo otros insurrectos como Claro Molina, Justo Tirado, Ángel Flores y Juan Carrasco. Estos levantamientos ocurrieron entre enero y abril de 1911.
Las fuerzas del gobierno reprimieron con rigor a los insurrectos; el teniente coronel del ejército federal, Luis G. Morelos, se distinguió por la efectividad y ferocidad con que persiguió a los revolucionarios. Sin embargo, el movimiento rebelde cobró fuerza y para el mes de mayo era ya el triunfador indiscutible. Las fuerzas unidas de Iturbe, Banderas, Herculano de la Rocha, Cabanillas, Molina y otras, que sumaban más de 4 mil soldados pusieron sitio a Culiacán y lograron tomar la plaza el 31 de mayo. Dos días más tarde cayó Mazatlán y así el régimen cañedista desapareció de Sinaloa. Mientras tanto, el 21 de mayo de 1911 se habían firmado en Ciudad Juárez los tratados de paz entre Madero y los representantes del gobernador, y el día 25 había renunciado a la Presidencia el anciano dictador.
Francisco I. Madero nombró al ingeniero Manuel Bonilla como su delegado en Sinaloa para atender los asuntos políticos de la entidad e impedir la ejecución de los jefes vencidos; así lograron salvar la vida el ex gobernador Redo y el general Higinio Aguilar, quien fuera el comandante militar de Sinaloa. Por instrucciones de Madero, el licenciado Celso Gaxiola Rojo se encargó interinamente de la gubernatura (2 de junio) hasta el 7 de agosto en que fue sustituido por el ya general Juan M. Banderas, jefe de la junta militar de Sinaloa. El 3 de septiembre se celebraron elecciones en las que triunfó José María Rentería y tomó posesión de la gubernatura el día 27 del mismo mes.
Cuando Madero asumió la presidencia de la República, el 6 de noviembre de 1911, nombró a Manuel Bonilla como secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, puesto desde donde intrigó y se entrometió en los asuntos sinaloenses, en su afán por controlar los asuntos políticos del estado. La actitud conciliadora de Madero para con los vencidos, y su indecisión para promover profundas reformas sociales ocasionó descontento entre sus partidarios, y muchos disturbios en todo el país a – incluida Sinaloa – porque los revolucionarios se oponían al licenciamiento de sus fuerzas y promovían nuevas rebeliones. La más importante fue la del 21 de febrero de 1912, en Mocorito, donde un grupo de antiguos maderistas se pronunció en favor del Plan de Ayala y en apoyo de Emiliano Zapata. Las ideas agrarias de Zapata, referentes a la restitución de tierras a los pueblos despojados tuvieron buena acogida entre los campesinos sinaloenses, y por ellas lucharon. Sin embargo, el movimiento careció de unidad y fue vencido en 1913 por las fuerzas del gobierno.
El gobernador Rentería no pudo concluir el periodo para el que fue electo, que terminaba en septiembre de 1912. Las intrigas de Bonilla y las rebeliones en Sinaloa lo obligaron a renunciar al puesto el 26 de marzo de 1912, que fue ocupado en lo sucesivo por varios gobernadores interinos. Las elecciones ordinarias se celebraron en julio del mismo año y Felipe Riveros fue declarado gobernador constitucional para el cuatrienio que empezaba el 27 de septiembre de 1912.