Cecilio Morán Arroyo, trompetista virtuoso oriundo de Concordia.

« (…) no tiene precio la oportunidad de tocar jazz por placer y que me escuchen.»

                                                                                                       Cecilio Morán Arroyo[1]

Rosendo Romero Guzmán

Asomarse a la vida y obra de Cecilio Morán Arroyo, es introducirse en un mar de anécdotas que lo describen de cuerpo entero como un virtuoso de la música, en especial del jazz, que, gracias a sus ejecuciones con su inseparable trompeta, logró pisar diversos escenarios, acompañando a colegas en innumerables proyectos profesionales, o por el solo placer de tocar en una jam sessions.[2]. Chilo[3] Morán, como era y es conocido en la medio artístico, fue un músico que le dio lustre a México como arreglista, productor y trompetista, además de haber sido uno de los más fervientes promotores del jazz en nuestro país.

Arribó a este mundo el diecinueve de noviembre de 1930 en el pueblo colonial y serrano de Concordia, cabecera del municipio del mismo nombre, ubicado en el sur del estado de Sinaloa. Al momento de nacer, su padre, Genaro Morán López, tenía veintitrés años y era músico de profesión, en cambio, su madre, Aurora Arroyo, se dedicaba a las labores del hogar y era una joven de diecinueve años. [4]

Desde su niñez mostró vocación y cualidades innatas por el mundo de la música, ambiente que conoció perfectamente, pues su familia vivía de esa actividad, es más, sus primeros acercamientos musicales se los debe a su padre, quien lo adiestró en la técnica de ejecutar la trompeta, resultando buen alumno, por eso a con tan solo doce años de edad, se convirtió en el primer trompeta de la orquesta de su progenitor. La enseñanza padre-hijo fue dura y continua, para empezar, lo obligó a solfear[5] y ejecutar la trompeta con métodos de clarinete y a la luz de una vela porque las clases por lo regular era en la noche y se carecía energía eléctrica.

Un día, al estar escudriñando las partituras «standard» que le llegaban Estados Unidos, don Genaro encontró la indicación ad libitum, cuyo significado ignoraba, pero que luego supo que era una indicación para que en esa parte tocara a placer o a voluntad, en esa  parte de la partitura no había notas, sino la indicación anteriormente mencionada, entonces bien emocionado, fue y puso a su hijo para que con su trompeta sacara a voluntad algo de música, no importaba lo que fuera, debía improvisar, Cecilio, eso no lo entendió de momento, pero más adelante, sería una de sus características en sus futuras intervenciones musicales. La virgen de la Macarena fue la primera melodía con la que Morán aprendió a improvisar y con la que, sin saberlo, se inició en el mundo del jazz.

Buscando mejores horizontes, la familia Morán se fue a vivir en 1942 al pueblo de Acaponeta ubicado en el norte del estado de Nayarit, en ese entonces, la orquesta tocaba foxtrot,[6] swing[7] y a la manera de las big band[8]. En Nayarit permanecieron hasta el cinco de abril de 1948, su padre decidió que era hora de migrar al Distrito Federal, pues necesitaba buscar nuevas oportunidades.

En la Ciudad de México tuvo que hacerla de todo para sobrevivir, ahí anduvo de vendedor de libros, «utulity» y secretario de orquesta, eso sí, el poco dinero que obtenía lo utilizó para pagar sus estudios en la Escuela Libre de Música, donde recibió instrucción en solfeo de parte del maestro José Francisco Vázquez, llegó a leer partituras muy bien y a primera vista. Desarrollando estas actividades le permitió conocer a músicos relevantes de México como Arturo Núñez, Ismael Díaz y Luis Alcaraz, quienes con el tiempo le darían la oportunidad para desarrollar su talento en las orquestas que ellos dirigían.

Morán gustaba condimentar sus pláticas con ejemplos musicales, por ese motivo cuando hablaba de sus intereses estéticos recurría a una improvisación vocal, a la expresión gestual, corporal, de los ritmos que le interesaba transmitir, tamborileaba con los dedos y metacarpos sobre la mesa, además de ejemplificar con la síncopa.[9] Como todo profesional, estudiaba como mínimo tres horas diarias con su trompeta, decía él, que si dejaba un día de tocarla, al tercer día ya no daba pie con nota.

Su talento natural combinado con su deseo de triunfar y habilidad técnica lo hacen sobresalir, el extremo que en 1954 el músico cubano Dámaso Pérez Prado lo invitó a formar parte de su orquesta justo en el momento que salían a cumplir compromisos en Europa y el Lejano Oriente. Esta gira le sería muy beneficiosa al de Concordia ya que eso le permitió grabar profesionalmente su primer solo ad libitum en la pieza Pianolo y quienes lo escucharon le dijeron que tocaba jazz, situación que ignoraba, no tenía idea de eso, pero a partir de ese evento se hizo famoso estableciendo una tendencia hacia la improvisación musical, que mantuvo mientras vivió, además de impulsar el jazz.

Ramiro Hernández Romero, señaló que en diciembre de 1956 comenzó sus actividades el Jazz-Bar, en la colonia Condesa y que  la fundación y administración del lugar corrió a cargo del músico y también empresario Genaro Morán, padre del trompetista Cecilio «Chilo» Morán,[10]aunque no lo dice, probablemente lo cerró para luego abrir el bar El Rigus, que en los años setenta, funcionó en insurgentes sur, frente al Parque Hundido, este negocio fue unproyecto personal de los Morán que sostuvieron con inversión propia y en el que participan músicos de la talla de Mario Contreras, Leo Carrillo, Víctor Ruiz Pazos, Mario Patrón y «Tino» Contreras, experiencia en la que no le fue del todo bien, pues, el jazz, decía Morán, no le daba para comer, mucho menos para sostener un proyecto de este tipo, también lo tuvo que dejar, aunque abrió otro templo del jazz que siguió igual camino.[11]

Dos años después (1958) se gestó lo que se considera el movimiento jazzístico mexicano, realizándose las primeras «jam session» en casas que se conseguían prestadas. Fue un eterno enamorado de este género, porque a través de su ejecución, decía, que desahogaba sus inquietudes, estados de ánimo, tensiones y que eso no tenía precio, que tocaba jazz por el placer de ejecutarlo y de que lo escucharan.

Como músico, tuvo el privilegio de asistir, en 1959, al Primer Festival Nacional de Jazz organizado por los periodistas José Luis Durán y Jaime Pericás, en las instalaciones de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México. Con todo un bagaje de experiencias, el veintiséis de enero de 1962 logró presentarse en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México con su sexteto de músicos integrado por Pablo Jaimes al piano, Humberto Cané al bajo, Salvador Agüero a la batería, Jesús Aguirre al trombón, Juan Ravelo al saxofón y «Chilo» Morán ejecutando la trompeta. Fueron los primeros músicos de ese género en tocar en el recinto, presentando un repertorio bajo el nombre de Historia del Jazz que incluyó interpretaciones de ragtime, blues, dixieland, boogie woogie, swing, bebop, cool jazz y hard bop.

En 1967 y acompañado por su grupo de jazz realizó una gira por Estados Unidos, en este viaje visitó Las Vegas, San Francisco, Chicago y Nueva York, en esa ocasión los músicos acompañantes fueron Mario Patrón en los teclados, Víctor Ruiz Pazos, en el bajo; Rodolfo «Popo» Sánchez, en el saxofón alto; Javier Zainos, en la batería; José de Jesús «El Negro» Muñoz, en las percusiones y como cantante a la brasileira Lenny Andrade, sin duda, que en donde se presentaron dejaron una buena impresión por la calidad de las interpretaciones.

Al cerrar los años cincuenta y en el transcurso de la década de los años sesenta Morán participó en varias grabaciones de Jazz, algunas de ellas son Estrellas del jazz» volúmenes I y II (1959 y 1960), Clare Fischer Jazz (1968), Richard Lemus en seminaris (1962) y «Chico» O’Farril y su orquesta (1962) y Mexican dream dancing (1969).

El cierre de fuentes de trabajo y que desafortunadamente en México el jazz era y es aceptado por una muy selecta parte de la sociedad, orilló a los jazzistas a volver a incursionar a la música comercial para poder sobrevivir, Morán no podía ser la excepción y así un buen tiempo se emplea como arreglista, productor y trompetista.

Este músico dejó su huella en el rock and roll mexicano, pues en 1955 junto con Gloria Ríos, Mario Patrón, «Tommy» Rodríguez, Enrique Almanza, «Leo» Acosta y «Toño» Adame se le atribuye haber integrado y dado a conocer el primer grupo formal en este género, me refiero al conocido como Gloria Ríos y sus estrellas del ritmo, agrupación que duró hasta 1957. Como músico participó en varias películas de la época acompañando a cantantes que interpretaban canciones del naciente rock and roll nacional, un ejemplo, es la película Los chiflados del rock and roll, estrenada en 1957 y en donde aparece como integrante de Mario Patrón y su orquesta interpretando dos melodías de rock and roll, con un tenue olor a jazz, ambas de la inspiración de Patrón: Upa pada y Rock loco.

Aunque en un tiempo estuvo peleado con el rock and roll y con el rock, al grado de repudiarlos como Géneros, pero reconoció que no podía ir contra los gustos de la juventud, por eso tomó la decisión de tocar como le gustaba hacerlo, pero tratando de ser actual y moderno, porque consideró que eso lo mantendría en el gusto de los jóvenes y viejos.  Este pensamiento lo llevó, en 1960, a lanzar el proyecto discográfico «Rock en México» bajo el sello DIMSA, la novedad es que hace arreglos con ese ritmo a melodías populares y la presenta con algunas que provenían del rock, se está hablando de canciones como Guadalajara, Mezcal, Las Chiapanecas, Allá en el Rancho Grande, Rayando el Sol, Cielito Lindo, El Jarabe Tapatío, Tequila, La Borrachita, Adiós Mariquita Linda, Adiós a mi chaparrita y La Cucaracha. Pero volvió a lo suyo y en 1962 grabó un álbum que tituló «Los cinco Megatones», con temas bajo los géneros del jazz y algo de blues, pero ahora para la firma «Discos Tláloc» y con el grupo «Chilo» Morán y su conjunto, las melodías incluidas fueron: Cris blues (de su autoría), J-20-30, I remember Clifford, Regreso al swing, Chilo’s Blues (de su autoría)y Bulve.

A finales de los años sesentas, formó una banda a la que llamó «Chilo» Morán y sus Acapulco brass, con ellos grabó, en 1968, un disco long play con ese título para la compañía «Discos Musart», grupo musical en donde funge como director, trompetista y arreglista, en este acetato interpreta algunos éxitos bailables dirigidos a la juventud de la época, al incluir melodías como Sabor a miel, Chica ye,  La mentira, Flamenco, Retirada, El clan (The in crowd), Jamaica ska, Wooly bully, Voy, Es Lupe (Hang on Sloopy), «Sábado y domingo, además de La banda borracha. Ese mismo año y para la disquera anteriormente señalada, grabó otro acetato de larga duración, ahora con el grupo Acapulco brass y sus trompetas electrónicas allí quedaron los registros de melodías magistralmente ejecutadas como Fontanella», Soy un creyente (I’m a believer), Más que nada, Mirando a las muchachas, El manicero, Fácil, fácil, Samba de verano, Extraños en la noche, Guantanamera, Paraíso en Acapulco (de su autoría), Timbaoba y El callo de José.Como se aprecia es música bailable.

Dentro de sus incursiones en el mundo del rock, está la única grabación de Iguana Rock anteriormente conocidos como Los sleepers realizada en 1970 para «Discos Raff», en este disco de larga duración, Cecilio se escucha sacándole notas a su trompeta como solo él sabía hacerlo, en especial durante las melodías Ven ven y Nena.

En 1971 y en el marco del Festival Internacional Artístico de México recibió el premio de la Asociación de Periodistas Especializados de la República Mexicana (APERM) distinción que recibió con una actitud de desenfado, ya que manifestó que él sentía que eso no representaba lo que había logrado en el escenario, ni lo que buscaba. Tras haber vivido tres décadas en el mundo del jazz, Morán estaba convencido que en México esta corriente musical no había adquirido una personalidad propia, en primer lugar, por falta de apoyo suficiente, por eso, decía, había producciones personales, pero no estaban conjuntadas, se necesitaba el estímulo, pero no en diplomas ni ceremonias, sino que mejor estímulo existía que la alegría de ver difundido el jazz mexicano, para que sus ejecutantes fueran respetados y criticados en el extranjero.

Otra muestra de su talento es la dirección y arreglo del disco titulado Navidad 78, en esta grabación, proyecto privado de Morán, es secundado por Carlos Olea, Antonio González Guerrero, Magdalena Mercado de Morán y Paulina Peña, un compañera de trabajo del maestro quien interpreta con su voz de soprano todos los temas, que por cierto, son alusivos a la navidad, en esta ocasión se incluye la melodía Recibamos la navidad que es inspiración de nuestro biografiado y de Magdalena Mercado de Morán, el resto de melodías incluidas en este acetato son White christmas, Estrella de navidad, Ave María, Merry chistmas darling, Regala una sonrisa, Christmas song, La noche blanca, Así es la estrella y Silent night

El regreso al jazz lo representó, en 1983, el long play «Chilo», Morán y su grupo producido bajo el sello de «Audio acústica y Electrónica», el disco incluyó Montreal, Brisa, Blue eyes, El maese, Sueño, Tercer ojo, 21 de abril y Luciferina..  Después en 1991 formó un dúo con el pianista Leonardo Corona, con quien grabó el disco Oír Best Memories. Mexican Favorites, es una serie de arreglos en tiempo de jazz a temas populares mexicanos como Amanecí en tus Brazos, Negra consentida», La bikina, La cumbancha, México lindo, Cuando vuelva a tu lado, El reloj, Al final del camino, Borrachita, La panchita y Silenciosa. Se supone que en los noventas el jazz hecho en México vivió sus mejores momentos, pues se abren foros, hay ciclos de jazz en la Universidad Nacional Autónoma de México y se organizan diferentes festivales en el interior del país.

Dentro de su actividad profesional destaca el haber sido solista de la orquesta de Arturo «Chico» O’Farril, primera trompeta en las orquestas de Dámaso Pérez Prado, Agustín Lara, Henry Mancini, Paul Muriat, Sergio Méndez, Pablo Beltrán Ruiz, Jerry Lewis y Frank Sinatra. Tocó junto a Clare Fischer y compartió escenario con el jazzista de prestigio mundial, Wynton Marsalis. Su trabajo de arreglista y productor lo llevaron a respaldar musicalmente a cantantes de baladas como José José y Emmanuel.

En 1983, el H. Ayuntamiento de Concordia, lo nombró ciudadano honorario en la ciudad que lo vio nacer, además de ponerle su nombre a una calle, luego la ciudad de Mazatlán le rindió un homenaje por sus servicios al jazz mexicano, por cierto, que, en 1998, recibió como premio la medalla «Mario Ruiz Armengol» del Sindicato Único de Trabajadores de la Música (SUTM), del que fue secretario de organización y propaganda (1993-1997).

Buscando honrar al maestro y convertir a Mazatlán en la capital del jazz del Pacífico, en 2013, autoridades locales como el Instituto de Cultura de Mazatlán, Instituto Sinaloense de Cultura, Consejo Ciudadano para el Desarrollo Cultural Municipal y empresas locales, unieron esfuerzos para establecer el evento llamado Mazatlán Jazz Fest «Chilo», y dentro del mismo, en cada edición se entregue el Reconocimiento «Chilo» Morán a un destacado jazzista local.

Cecilio Morán Arroyo, a las 3:15 horas de la mañana del día jueves 8 de abril de 1999 perdió su última batalla en contra de la Diabetes Mellitus que le aquejaba de tiempo atrás. Sus restos fueron cremados en el Panteón Español de la Ciudad de México.



[1] Pablo Espinosa (1999), Murió Chilo Moran, artífice del jazz contemporáneo en México, periódico la jornada, México DF, 04 de septiembre.

[2] Encuentro informal de improvisación musical. La definición clásica hace referencia a una reunión informal de músicos de jazz, con afinidad temperamental, que tocan para su propio disfrute de una música no escrita ni ensayada.

[3] Apócope usada en el estado de Sinaloa para acortar el nombre de Cecilio.

[4] Acta de nacimiento número 253 del día 26 de noviembre de 1930 de la oficina del registro civil en Concordia.

[5] Consiste en entonar mientras se recitan los nombres de las notas de la melodía, respetando las duraciones (valores rítmicos) de las notas, la indicación metronómica (tempo), y omitiendo nombrar cualquiera alteración, con el fin de preservar el ritmo, mientras se marca con una mano el compás.

[6] Baile de origen estadounidense suave y progresivo caracterizado por movimientos largos y continuos a un ritmo de cuatro por cuatro que fluyen a través de la pista de baile. Se baila con música interpretada usualmente por una «big band» que generalmente es cantada.

[7] Se refiere a un efecto de "contratiempo", en la forma de interpretar una serie muy rápida de tresillos y notas a sincopadas que se enfrentan entre sí, y libremente, pero que tratan de entrar todas ellas en una misma unidad de compás (sin producir arritmias).

[8] Hace referencia a un grupo amplio de músicos de jazz que tocan conjuntamente.

[9] Enlace de dos sonidos iguales, de los cuales el primero se encuentra en el tiempo o parte débil del compás, y el segundo en el fuerte.

[10] Ramiro Hernández Romero (2020), El jazz en México a mediados del siglo XX, en Revista Musical Chilena, Vol. 74, Núm. 234, Facultad de Arte, Universidad de Chile, Santiago de Chile, Chile, pp 28-48.

[11] Ver a Pablo Espinosa (1999), Murió Chilo Morán, artífice del jazz contemporáneo en México, periódico la Jornada, Ciudad de México, 04 de septiembre.