Aventuras de Lupito. Voceador, galán y crooner
Rosendo Romero Guzmán
Dónde andará dando sus serenatas el famoso Lupito, un músico sangabrielino débil visual de nacimiento, otrora cantante de Los Pájaros Azules un grupo de rock and roll de los años sesenta y luego de un trio, que al final de su vida terminó postrado en una silla de ruedas, a causa de la mutilación de una pierna por una diabetes mal cuidada.
Era común que, a las cinco de la mañana, cantando a todo lo que daban sus pulmones rodara por nuestra calle ofreciendo a la venta El Debate, periódico que tenía buena aceptación entre el público, pero en cuanto se le terminaba el periódico, comenzaba a gritar: Se acabó El Debate pero tengo la i, que trae fotos a color de muchachas encueradas. Todas están bien buenas. Cómprenme el periódico no sean gachos.
Invariablemente detenía su recorrido mañanero ante la ventana de una vecina, ahí se estacionaba y sin recato y sin recato alguno le daba serenata, a veces resultaba divertido escucharla por los cambios que hacía a la letra de las melodías por otra que tenía tintes de picardía, era su forma de hacerle llegar sus intenciones amorosas, aunque no perdía oportunidad de decírselo de frente.
Le gustaba que los vecinos empujaran su silla de ruedas y lo trasladaran por las calles hasta dejarlo a la sombra de algún frondoso árbol, en donde permanecía hasta que hubiera quien lo movilizara de nuevo, aprovechando de paso para solicitar una coca cola de 600 mililitros, refresco que pagaba al donador con una canción, además de aprovechar el momento para preguntar qué había pasado con Frankie el vocalista de Los Apson, si ya había salido de prisión.
Otra de sus travesuras era quedarse dormido montado en su silla de ruedas en donde le agarrara el sueño, en varias ocasiones lo hizo en medio de la calle o en algún crucero y mientras dormía plácidamente se armaba la pitadera y se escuchaban gritos destemplados pidiéndole que se quitara, situación que se mantenía hasta que algún conductor desesperado bajaba de su automóvil y sin más preámbulo empujaba la silla y la estacionaba junto con el durmiente en un lugar seguro, procurando que ahí no estorbara.
Cuando menos se pensó se supo que había fallecido infartado en medio de la noche. La calle enmudeció, ya no se escuchan las canciones de Pedro Infante y de los Apson interpretadas por Lupito, ni el clip clip de su bote metálico que sonaba para que la plebada le echaran alguna moneda.